Me llamo Yuri, tengo 23 años y actualmente estoy pasando por uno de los peores momentos de mi vida, esta es mi historia.
Todo empezó cuando cumplí los 19 años, estaba estudiando administración en un instituto público, ya que el dinero en mi casa no daba para más. Estaba totalmente enfocada en terminar mis estudios y anhelaba el momento de graduarme y tener todo lo que no había podido tener viviendo con mi madre soltera. Algunas veces me quejaba con mi madre por las privaciones que teníamos que soportar, éramos tres hermanos que teníamos que arreglárnosla con el sueldo de mi madre que trabajaba como vendedora en un mercado y uno que otro trabajito que le salía de vez en cuando. Un día mientras regresaba del instituto conocí a un chico muy guapo, era atractivo visualmente, su porte era fuera de lo que normalmente veía por el barrio. Empezamos a hablar y poco a poco nos fuimos involucrando sentimentalmente, nos hicimos novios y rápidamente empezamos a tener relaciones sexuales. A los pocos meses me entere que estaba embarazada y me asuste mucho, era muy joven para afrontar semejante responsabilidad, le dije que tenia miedo de tener al bebé porque no quería ser una madre soltera como mi madre y me incliné a pensar por un aborto, sin embargo el me hizo cambiar de opinión y me dijo que se haría responsable. Nos casamos casi de inmediato después de ver la primera ecografía de nuestro bebé que tenía casi tres meses. Realmente estaba muy feliz, todo parecía que iba a resultar como lo había soñado, con el hombre de mis sueños y ahora acompañados del fruto de nuestro amor, pero nada resultó como lo había planeado.
Para empezar, nos fuimos a vivir donde mis suegros. La relación con ellos no era mala, digamos que era normal. Pero me sentía incómoda porque mi esposo no podía conseguir trabajo estable, solo uno que otro temporal y para ser honesta eso me sacaba de quicio porque mis suegros nos estaban manteniendo. Realmente era molesto tener que pedirle a mi suegra algo de dinero para comprar los pañales de mi hijo y algunas cosas de aseo básico para mí como mis toallas sanitarias, así que ya se imaginarán el nivel de incomodidad que sentía. Yo por supuesto no trabajaba porque me dedique a cuidar a mi bebe y no hice mas que terminar la secundaria y dejar mis estudios truncos recién iniciados en el instituto, ese tema era muy sensible para mi porque pensaba en que vida nos esperaría con un marido sin trabajo y yo sin poder trabajar por mi hijo, porque no pude estudiar y de experiencia laboral ni hablar. Me sentía un cero a la izquierda junto con mi pareja y poco después empezaron las peleas, discutíamos muy seguido por casi todo, inclusive por cosas insignificantes como que manchaba el espejo con la pasta dental al cepillarse o porque dejaba la tapa del baño arriba con manchas de orina, ahora que lo pienso creo que no era muy exagerada mi reacción en ese entonces. Para ser honesta yo era la parte dominante de la relación, tengo una energía masculina más fuerte que la de mi esposo, él es un inútil para todo, no sabe hacer absolutamente nada y me cansaba tener que decirle todos los días como debe hacer las cosas sin ningún resultado.
Tan solo un año después de casados descubrí que me había sido infiel, el desgraciado no tenía trabajo fijo pero en uno de los empleos temporales que tuvo conoció a alguien y empezaron a hablar, coquetear y una cosa llevo a la otra. Me sentí muy decepcionada y dolida, así que me regrese a vivir a la casa de mi madre que vivía junto a mis dos hermanos. Esa no fue una buena idea, mi hijo estaba en la etapa de caminar y tocaba todo lo que encontraba a su paso y comencé a sentir la incomodidad de todos, mi último hermano tenía 16 años así que había pasado mucho tiempo que no había un bebe en casa. Me disculpaba continuamente por las travesuras de mi hijo, pero realmente estaba harta porque mis hermanos empezaron a gritar y pegarle a mi hijo, yo naturalmente lo defendía aduciendo que es tan solo un niño. La situación en casa empezó a ponerse más y más tensa cada vez.
Este año mi aún esposo, porque aún seguimos casados, volvió a insistirme para que regresáramos y tal vez orillada por la presión que vivo con mi madre decidí perdonar su infidelidad a pesar de que nunca sentí sincero su arrepentimiento y el no hizo mucho esfuerzo para que recuperara mi confianza.
Ahora que estamos viviendo juntos tenemos discusiones frecuentes porque me siento saturada por los quehaceres del hogar y por el cuidado de mi hijo. Realmente creo que es debido a que aun me siento asqueada por su infidelidad y no lo he perdonado.
Yo he tratado de luchar por la relación, pero no estoy segura de que lo hago por las razones correctas, no se si es porque aun lo amo y quiero darle un hogar a mi hijo o porque estoy acorralada entre la mala vida con mi madre o la mala vida con mi esposo.
Me siento fatal cada vez que pienso que por su culpa no pude hacer nada con mi vida, no pude seguir estudiando porque me embarazó y de alguna forma me convenció de casarnos y formar una familia, en ese entonces estaba ilusionada y siento que fue por las cosas que me decía, ya saben, lindas promesas y más promesas. A veces siento que lo odio y que no quiero tener nada que ver con el en la intimidad, y el con su desidia no me ayuda, no es un padre presente y activo con mi hijo, tampoco es un buen esposo y temo que en algún momento el me vuelva a fallar.
Siento que estoy desperdiciando mi vida y veo como mi juventud se va mientras vivo una vida que no quiero vivir.